martes, 2 de abril de 2013

Adiós



Me despido del último día y la última noche en este lugar.
Me despido de la luna que hoy me mira tímida, tras una inmensa ventana; la misma que fue testigo, de mi enorme susceptibilidad humana. 
Me despido del viento helado que hoy se aferra a mis huesos, el mismo que ha sido cómplice, de mis intolerables pensamientos.

Me despido del sol, que entre paisajes, tantas veces admiré;
el mismo, que entre sombras, muchas veces rechacé.
Me despido del aire más puro que ha llegado a mi conciencia,
de la música más mística que ha compuesto la naturaleza;
del aroma más prodigioso que ha estimulado mis sentidos
y del lugar más fascinante que la perfección ha conocido.

El mismo lugar, en el que la pobreza dejó su legado,
el mismo al que le arrebataron su cultura, e incluso, su pasado.
Me despido de éste, y todos los lugares que ignoré,
porque cuando regrese, si regreso, tal vez ya no los encontraré.

Me despido del conductor imprudente que casi me estrella
y del que casi me estrella, por mi insolente imprudencia.
Me despido de los mil setecientos pesos que pagué por un pasaje y del dinero que ahorré por todas las veces que no pagué.
Me despido de los drogadictos, que en un bus, se rehabilitaron;
los mismos, que vendían dulces o que alguna canción balbucearon.
Me despido de toda la droga que posiblemente consumí
y de todos, todos, los dulces, que día y noche, me comí.

Me despido de cada pájaro que me deleitó con su canto
y de todas las palomas por las que nunca tuve encanto.
Me despido de los animales, que quise más que a un ser humano;
los mismos que nos alimentaron, a nosotros, malditos humanos.

Me despido de las personas que me acompañaron con un café,
y de las que no lo hicieron, pero supieron disfrutar de ese placer.
Adiós a tu indescriptible aroma. Adiós amigo café.
Adiós a quienes te cultivan. Adiós agricultores de café.

Me despido de todos los que me hicieron sentir. Lo que fuera.
Y de aquellos que algo sintieron por mí. Cualquier cosa.
Hasta pronto a todos los que esperan algo de mí,
y hasta pronto a todos, los que me enseñaron algo de mí.

Me despido de los que no me despedí,
y de todas las personas que nunca conocí.
Adiós a los que con su aroma me impregnaron,
algo que solo sucede, después de un profundo abrazo.

Me despido porque sí, tal vez porque necesito huir;
o  porque quiero regresar siendo mejor de lo que fui.
Me despido, consiente, de que tal vez no será así
y de que seguro, regresaré, extrañando lo que evité vivir.

Me despido de usted, y de mí en este bellísimo lugar.
Me despido de estas letras y de usted, leyendo cada una de ellas.
Me despido de este final, que realmente no quiero acabar,
el mismo que usted, por fortuna o por desagracia, acaba de terminar.


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Fotografías por Paola Sarmiento. Nombrándolas desde arriba:
Luna en Cartagena - Colombia.
El Cabo de la Vela - Colombia.
Santa Marta, El rodadero - Colombia.
La Guajira - Colombia.
Su nombre es Max, Bogotá - Colombia.
Nunca me dijo su nokmbre, vendía café. El Cabo de la Vela - Colombia.
Túnel desde Girardot camino a Bogotá - Colombia.

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