miércoles, 4 de mayo de 2011

El sentido insensato del universo

Se disuelve el color de sus zapatos con el ritmo de sus pasos apresurados, es difícil mirarlos, son tantos y de tantos colores que prefiero levantar la mirada. Entonces allí, cuerpos desorientados parecen no tener control de sí mismos, como marionetas manejadas por el viento que caminan por el mismo sendero, suben por las mismas escaleras y toman el mismo bus de todos los días, a la misma hora.

Se convierten  en sombras porque no quiero distinguirlos y ahora los sonidos se materializan uno a uno: los acordes de una armónica se apoderan de un hombre vestido de papa Noel que baila al ritmo de la música, es gracioso y algo empalagoso, pero parece feliz. Simultáneamente, una voz aguda y apresurada pronuncia una palabra varias veces,  cada vez está más cerca y está exasperada, no para, es insistente, parece que estuviera vendiendo lo que a ella le sobra, tiempo, minutos.
Sin pedir permiso, una moneda se sacude en un vaso de plástico produciendo un sonido repetitivo y lúgubre. Quien lo sostiene es una mujer ahogada en una mirada inexpresiva, no sé si es tristeza o tal vez rabia, pero creo que lo que siente se deposita en ese recipiente y se expresa a través de ese sonido. Ya no quiero escuchar.

Llego a la estación del Transmilenio. Fuerzas impulsivas vienen hacia mí y yo simplemente cedo a ellas porque sé que es imposible combatirlas, sé que me llevarán a su paso, lo que no me afecta, finalmente  me están haciendo un favor; todos queremos entrar al mismo lugar.
Allí, el calor es sofocante y el ambiente es confuso; miradas infames se cruzan entre nosotros, como si fuéramos enemigos, y sí, lo somos por un instante, mientras peleamos por un lugar para sentarnos durante el viaje. El camino que me espera es igual al de siempre -obviamente no tengo puesto-. El bus hace su parte; realiza paradas en estaciones específicas, espera, y sigue. La gente entra y sale mecánicamente a medida que el bus avanza y cada vez que alguien se levanta de un puesto, volvemos a ser enemigos. 

Imágenes circulan frente a mí, como una película que quiere acabarse pronto y cuyo trama no tiene sentido ¿o tal vez si? El sentido de lo ilógico, de lo irónico, el sentido de lo injusto:

Hombres y mujeres van luciendo sus extravagantes vestiduras conectados a aparatos que se desprenden de sus oídos. Frente a ellos hay también hombres y mujeres -en la calle, en el suelo, en los puentes- que rebuscan la forma de ganar dinero con los pocos recursos que la vida les regala. Unos, sienten pesar por creer que los otros son denigrantes, los otros simplemente "viven".
Algunas personas se toma su tiempo para almorzar como un momento de ostentación, de placer. Otros, almuerzan desaforadamente para aliviar el hambre que aparece como una necesidad. Otros, ni siquiera comen.

Yo, tan solo estoy aquí, en un bus, pensando en aquello que me inspire a escribir; otros por su parte, no pueden razonar, pueden estar enfermos, casi muertos, subyugados, o no sé, tal vez ebrios o drogados. La mayoría simplemente no quiere pensar.

Bien, esta es la vida y si todos los días la viéramos así, estaríamos locos. Si todo el tiempo tomáramos parte de los demás y viéramos el mundo como un todo y no solo a partir de nuestra realidad, viviríamos completamente frustrados. Así se ha definido nuestro destino: lo correcto e incorrecto lo establecieron hace mucho tiempo, a cada persona le llega como herencia, y ahora hace parte de nuestros hábitos; es el resultado de la -tan nombrada- costumbre. Parece que es por esto que soportamos la vida sin quejarnos y creemos además en el valor de nuestra existencia, porque solo se trata de nosotros, lo demás y los demás, sirven para usarse a nuestro favor.

No estoy diciendo que esto sea malo, tampoco sé si es bueno, de hecho, cada una de estas palabras se definen subjetivamente. Tal vez, desde la perspectiva de la moral o de la religión, no pensar en los demás sea un enorme pecado, pero si lo hiciéramos, jamás podríamos vivir tranquilos. Creo que en su conjunto, la humanidad no tiene ningún objetivo; “por nuestro destino somos seres ilógicos y por lo mismo injustos… tal es una de las mayores y más irresolubles inarmonías del universo.” Nietzsche.

MaFaLda

9 comentarios:

  1. Pao me gusta mucho lo q escribes... y me gusta mucho tu forma de ver la realidad!

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  2. Lore? Lore de mi U? jajaja no pensé encontrarte por acá. Tan bonita, gracias por mirar el blog y severo lore, me alegra resto que te guste. Espero ver tu blog ya montado con toda!

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  3. Está genial Pao, aunque no comento mucho leo muy seguido tus publicaciones, que sería del mundo sin nosotros? jajajaja genial tu blog!

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  4. uyyy
    aspero pao
    siempre has escrito una chimba
    sigue asi, sigue dandole con mas fuerza

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  5. No sé quien eres, pero igual gracias!

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  6. Es verdad... de nuevo despiertas mi sensibilidad jeje, por eso no me canso de repetir - prefiero ser un optimista loco, que un pesimista sensato.

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  7. Silvi no había visto tu comentario, de verdad, gracias por leerme,es todo un honor para mí que lo hagas.

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