jueves, 16 de abril de 2015

Hablando de amaneceres y atardeceres.



La luna y el sol no se llevan bien. Ella es oscuridad y frío, mientras él es brillo y calor. La luna termina de trabajar cuando llega el día y él cuando llega la noche. Nunca están de acuerdo. 

Cuando se encuentran, dos veces al día, todos los días, sucede el enfrentamiento: el sol lanza sus rayos para intentar quemar a la luna y así tomar su lugar; ella en su defensa, utiliza la espesa neblina que aún queda de la noche para congelar aquellas llamas. En ese momento se paraliza el universo por un segundo.

El sol y la luna no se quieren porque son opuestos. Sin embargo, como muchas cosas de la vida, en su discordia está su perfección. Y el resultado es fascinante solo para quien lo quiere ver.


martes, 12 de agosto de 2014

Próxima estación: Esperanza.


01/17/2014
Estación LIRR. Jamaica. Queens. N.Y. 

Distingo un sonido a la distancia en cuya existencia ha nacido una esperanza. 
Es un sonido insensato porque no le importa dejar atrás el camino, 
pero es un sonido cómplice porque en su camino también lleva mi destino.

Distingo un sonido en cuya sombra puedo dibujar una mirada. 
Es un sonido penetrante porque se acerca rapidamente desde aquel paisaje, 
pero es un sonido tranquilizante, porque sé que al llegar mi impaciencia va a terminar.

Distingo un sonido en cuya rítmica se marca cierta nostalgia. 
Es un sonido cobarde porque le teme a la incertidumbre del horizonte, 
pero es un sonido inteligente porque hace de este instante un recuerdo inolvidable:


Un sonido que con su ritmo hace que los brillos se sientan casi vivos
y cuya velocidad transporta destellos en la oscuridad.
Un sonido que con su destreza contrasta los colores de la naturaleza
y con cuyas ondas, hace que los sonidos se conviertan en formas.
Un sonido imponente porque se hace más fuerte al acercarse,
pero un sonido modesto porque prefiere silenciar al momento de llegar.

Tengo el presentimiento de que éste será un buen viaje.
Próxima estación: Esperanza.


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                   Tren desde Nueva York, camino a Southampton, Nj.

viernes, 27 de diciembre de 2013

New York, New York.

Es una regla y no hay excepción: Necesitas algo que realmente merezca tu preocupación, para darte cuenta que todo lo demás era una estupidez, y entonces, detenerte. Es como despertar antes de una erección en un sueño, o justo cuando el asesino te va a matar en una pesadilla. Necesitas que sucedan cosas verdaderamente trascendentales para despertar.

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El tema de inmigración e ilegalidad en Nueva York, se trata de una "problemática" que como muchas "problemáticas" sociales (tráfico de drogas, legalización de mariguana, portación de armas, etc.) tiene una lógica muy simple pero con mucho sentido:

Quienes mantienen la economía turística de esta gran metrópoli son inmigrantes (legales e ilegales) que al poder trabajar sin un permiso laborar se convierten en mano de obra barata con las peores condiciones laborales. Por parte del empresario es conveniente porque significa un mínimo porcentaje de dinero invertido en sus empleados. Y para el inmigrante es conveniente, porque sus ingresos son igualmente mayores a los que recibía en su país.

A partir de esta lógica surge un "mundo" específico con personajes y escenarios localizados al rededor de Nueva York, que varían según el caso, pero que yo, de alguna manera, quise generalizar. Debo aclarar sin embargo, que esto no se trata de una verdad absoluta y que esta "categorización" nace de la subjetividad de unas cuantas de mis experiencias:

Elhard worker” 
Inmigrante. Trabaja en un restaurante y/o bar con “coworkers” quienes generalmente no están a gusto con lo que hacen. Por supuesto que no ¿cómo podría agradarles su trabajo, si los horarios, las exigencias y las condiciones, los hacen parecer los esclavos del mundo moderno?

A nuestro personaje le cuesta adaptarse al inicio, bastan dos o tres meses para que entienda el sistema de trabajo y un poco más para que empiece a ser “competente”. En aproximadamente seis meses, se da cuenta de que quiere quedarse en Nueva York, y de que incluso podría ganar más dinero. El “hard worker” tiene derecho a elegir su estilo de vida ya que ahora puede soportarla económicamente: algunos sólo trabajan excesivamente, otros envían dinero a su país, otros se lo beben; otros estudian, otros tienen que estudiar; algunos son artistas o eso creen ser, otros terminan siendo "putos" y ellas "guarras"; algunos deciden formar familias, otros deciden ser muy solitarios, pero la mayoría, deciden vivir al ritmo de los excesos de Nueva York.

El “manager”
Casi todos los “managers” de Nueva York empezaron lavando platos y llevan más de 20 años trabajando en el mismo lugar siendo sobreexplotados, humillados, pisoteados y escupidos. Ese tiempo les fue suficiente para aprender a vencer en la batalla del más fuerte y convertir su sueño americano en la pesadilla de mil empleados más. Ahora, entonces, se sienten orgullosos al momento de sobreexplotar, humillar, pisotear y escupir a los que están empezando. Todos odian al “manager”.


El “customer”
Si el cliente es turista, significa que no sabe o se hace el idiota a la hora de dejar propina. La mayoría de clientes en Nueva York, sin embargo, cuentan con un 20% del costo de lo que consumen para pagar por el servicio. Algunos clientes son expertos en humillar al mesero (en este caso el mismo “hard worker"), sobre todo si su inglés apesta a hispano. Los clientes hombres son excesivamente amables con las meseras y la mayoría se convierten en clientes regulares. Los mejores clientes son los que trabajan o trabajaron en servicio al cliente y las parejas de adultos homosexuales. Los peores clientes son los grupos de mujeres adolescentes y las cincuentonas amargadas.

No importa cómo sea, el cliente siempre tiene la razón, y más, teniendo en cuenta que sus “tips” son como las donaciones al inmigrante, en otras palabras: uno vive de la caridad del otro.

El “hard worker” se puede disfrazar de "costumer" en su día libre "by the way".

“The Rat” 
No importa qué papel juegues en esta obra, siempre va a aparecer una rata en la escena. Dicen que en Nueva York hay 6 ratas por persona. Yo creo que hay más.

Los "Roomates"
En Queens: son como enemigos. En Brooklyn: son como la familia.

El “Subway” 
Funciona 24 horas. Parece haber una percepción negativa hacia esos viejos vagones del tren, pero es una de las cosas que más se aprecian de esta ciudad. Sí, "Nueva York es la ciudad que nunca duerme" gracias a su eficiente sistema de transporte. En el Subway se ven las situaciones más extrañas, los personajes más graciosos pero también los más terroríficos. Cualquier expresión de locura que alguien pueda imaginar, tiene que suceder en alguna instalación del Subway.  Arte, historia, drogas, olores, ratas, basura, animales, policías, habitantes de la calle, homosexuales, lesbianas, judíos, negros, niños, gente, humamos siendo demasiado humanos, 24 horas del día.

Nueva York está diseñada para que las personas usen el Subway todos los días del año y esto quiere decir que en el tren se reúnen todos los personajes de nuestra historia; allí, siendo tan diferentes, todos se envuelven en su misma escencia, por compartir la misma lógica: Consumo, información, cultura, libros, celulares, cansancio, resaca, sueño, drogas, gafas oscuras, café, mucho café. Yup babe! "Same shit, different toilet" Thank you Eminem.

“A little thought” 
Nueva York es la capital del mundo porque integra a todo el mundo a su interminable y excéntrico sistema de producción. Mantener la cordura en medio de tanta locura. Pienso y escribo.

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Algo sucedió. Algo realmente importante me hizo despertar, y detenerme. Estoy en algún lugar escribiendo en las dos últimas páginas en blanco de un libro. Estoy sentada justo en frente de una ventana, es de noche y afuera está helando. Llueve. Se alcanza a escuchar el sonido del viento. Dos mujeres se están riendo, son americanas. Ya casi no puedo distinguir mis propias letras, la tinta del bolígrafo se está terminando. Tengo frío en las piernas, es como si todo el calor de mi cuerpo se hubiera concentrado en mi rostro. Creo que es la maldición de la calefacción Neoyorquina. La calle está llena de luces y su reflejo en la ventana no me deja distinguir aquello que quiero distinguir; parecen gotas de lluvia cuyo peso las hace descender cada vez más despacio en vez de hacer lo contrario. No es lluvia. No. Se trata del mejor escenario de esta obra de teatro, una de las perfectas maravillas del sueño americano, de esas que sólo se disfrutan cuando las contemplas de lejos:

¡Oh! Es nieve. Está nevando. Es la primera vez que veo nevar.

martes, 2 de abril de 2013

Adiós



Me despido del último día y la última noche en este lugar.
Me despido de la luna que hoy me mira tímida, tras una inmensa ventana; la misma que fue testigo, de mi enorme susceptibilidad humana. 
Me despido del viento helado que hoy se aferra a mis huesos, el mismo que ha sido cómplice, de mis intolerables pensamientos.

Me despido del sol, que entre paisajes, tantas veces admiré;
el mismo, que entre sombras, muchas veces rechacé.
Me despido del aire más puro que ha llegado a mi conciencia,
de la música más mística que ha compuesto la naturaleza;
del aroma más prodigioso que ha estimulado mis sentidos
y del lugar más fascinante que la perfección ha conocido.

El mismo lugar, en el que la pobreza dejó su legado,
el mismo al que le arrebataron su cultura, e incluso, su pasado.
Me despido de éste, y todos los lugares que ignoré,
porque cuando regrese, si regreso, tal vez ya no los encontraré.

Me despido del conductor imprudente que casi me estrella
y del que casi me estrella, por mi insolente imprudencia.
Me despido de los mil setecientos pesos que pagué por un pasaje y del dinero que ahorré por todas las veces que no pagué.
Me despido de los drogadictos, que en un bus, se rehabilitaron;
los mismos, que vendían dulces o que alguna canción balbucearon.
Me despido de toda la droga que posiblemente consumí
y de todos, todos, los dulces, que día y noche, me comí.

Me despido de cada pájaro que me deleitó con su canto
y de todas las palomas por las que nunca tuve encanto.
Me despido de los animales, que quise más que a un ser humano;
los mismos que nos alimentaron, a nosotros, malditos humanos.

Me despido de las personas que me acompañaron con un café,
y de las que no lo hicieron, pero supieron disfrutar de ese placer.
Adiós a tu indescriptible aroma. Adiós amigo café.
Adiós a quienes te cultivan. Adiós agricultores de café.

Me despido de todos los que me hicieron sentir. Lo que fuera.
Y de aquellos que algo sintieron por mí. Cualquier cosa.
Hasta pronto a todos los que esperan algo de mí,
y hasta pronto a todos, los que me enseñaron algo de mí.

Me despido de los que no me despedí,
y de todas las personas que nunca conocí.
Adiós a los que con su aroma me impregnaron,
algo que solo sucede, después de un profundo abrazo.

Me despido porque sí, tal vez porque necesito huir;
o  porque quiero regresar siendo mejor de lo que fui.
Me despido, consiente, de que tal vez no será así
y de que seguro, regresaré, extrañando lo que evité vivir.

Me despido de usted, y de mí en este bellísimo lugar.
Me despido de estas letras y de usted, leyendo cada una de ellas.
Me despido de este final, que realmente no quiero acabar,
el mismo que usted, por fortuna o por desagracia, acaba de terminar.


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Fotografías por Paola Sarmiento. Nombrándolas desde arriba:
Luna en Cartagena - Colombia.
El Cabo de la Vela - Colombia.
Santa Marta, El rodadero - Colombia.
La Guajira - Colombia.
Su nombre es Max, Bogotá - Colombia.
Nunca me dijo su nokmbre, vendía café. El Cabo de la Vela - Colombia.
Túnel desde Girardot camino a Bogotá - Colombia.

viernes, 15 de marzo de 2013

Eso dicen

Dicen que pensar en el ayer es nostálgico
y que pensar en el mañana es soñador.
Pero recordar no significa arrepentirse
y soñar no significa que no sucederá.
Así como recordar, soñar es una necesidad del presente.

Dicen que Frankenstein es un monstruo malvado
y que un Pit bull es un animal asesino.
Pero la fealdad no significa maldad
y producir miedo no significa asesinar.
Así como el malo, el asesino se defiende de una percepción equivocada.

Dicen que la soledad es triste
y que el silencio es aburrido.
Pero es posible reírse en absoluta soledad
y entretenerse con innumerables pensamientos.
Así como la soledad, el silencio es una necesidad del alma.

Dicen que el matrimonio es amar en una cárcel
y que la religión es fanatismo transformado en fe.
Pero el matrimonio no siempre es amor
y la fe no necesariamente es religión.
Así como el amor, la fe es completamente ciega e irracional.

Dicen que el grado máximo de excitación es un orgasmo
y que el instante más feliz de un ser humano es cuando le da vida a otro.
Pero así como el orgasmo, la vida se acaba en un segundo.

miércoles, 3 de octubre de 2012

El vagabundo y la dama

Está casi oscuro. La caja de vino se está terminando. El jodido zapato de mi pie izquierdo ya no tiene suela, la ampolla se va a reventar. Paso entre los carros y veo a la mujer perfecta. Me paro frente a su ventana. Ella intenta no mirarme. Le pido plata. Arranca, pero tiene que frenar de nuevo. Doy dos pasos y golpeo en su ventana. Me mira y veo el  encanto de su pánico; sus ojos tan abiertos, tan blancos en lo blanco y tan verdes en lo verde. Parece que su pupila temblara. Hace una mueca y niega con el dedo índice.  Su cara. Se está enrojeciendo. Golpeo con más fuerza. No me mira y empieza a pitar como una loca. Está completamente roja. Golpeo de nuevo su puta ventana. Sus piernas. Las mueve con desespero. No debería hacer eso, su falda se sube. Se aferra al pito produciendo un sonido tan horroroso que hace que sus tetas se espanten. El botón de su blusa está luchando para no dejarlas salir. La gente mira. Mierda, sí que está buena, me la quiero tirar, pero como es imposible escupo el vidrio que la separa de mí.  Pega un brinco y mira mis babas: burbujas espesas y sucias escurriendo lentamente por su impecable ventana. Va a llorar. Quita la mirada aterrorizada. Sonrío. El temblor de sus manos se escucha en el pito. Los demás carros andan, ella arranca torpemente. Era perfecta. Sonrío.

Voy hacia mi esquina, aquí todos tenemos una. El viejo Rizo parece haber tenido un buen día, está ahí echado con la mirada perdida, junto a su perro. Parece que alguien hubiera acomodado sus labios para que se viera sonriente. Tiene dos botellas de pegante vacías y lo cubre una cobija. Agarró una buena cobija. Llueve. El último chupón de vino y aniquilo la tercera caja del día. Otra vez esa sensación asquerosa: una punzada en la panza que va subiendo; son puntillas caminando despacio hasta llegar a mi garganta. Todo lo que tengo dentro quiere salir pero no se le da la gana, prefiere quedarse ahí, casi llegando a mi lengua. Está tan cerca de salir que siento su sabor, es amargo, sabe a muerte. Debo llevar más dos días sin comer.

Si Rizo tuvo un buen día el mío se va para la mierda. En mi esquina hay un cabrón acostado. No lo conozco. Está cubierto con periódico pero él está nuevecito. Debe ser su primer día. Le pateo el culo. Medio abre los ojos y sigue durmiendo.

- ¡Lárgate Malparido! ¡Esto es mío!

Se levanta. Mide unos 5 centímetros más que yo. Es moreno, no tiene más de 35 años. Su nariz y su boca son tan grandes que no recuerdo nada más de su cara. Quiere pelear. Sólo fue pensarlo para sentir el primer golpe: un puñetazo en medio de los ojos me deja en el suelo y veo todo como si estuviera borracho. Pero qué hija de puta borrachera. Ahora él me patea. Inclino las rodillas hacia mi cabeza y espero. Dos o tres minutos de su furia bastarán. Él lo sabe, yo lo sé. Me levanto y me largo.

Ni siquiera un jodido cigarrillo. Sigue lloviendo. Todo eso que quería salir de mí, se decidió a hacerlo por debajo; no debo tener sino mierda en el estómago así que tengo que cagarla. Aquí, ahora. Se siente tan bien, tan asquerosamente bien. Hace frío. Subo mis andrajos y me acuesto unos 10 pasos después de mi cagada. El pie izquierdo está palpitando. La ampolla. Da igual. Así estará bien hasta mañana.



Las 6:00 PM. Tengo que salir ya mismo antes de que regrese… ¡Carajo! Ahí está, si voy al baño quizás crea que ya me fui. Corro en putitas, los tacones siempre delatan. Un retoque rápido. Estoy bien. Debo haber bajado de peso, mis ojos se ven más grandes cuando adelgazo. Sólo un poco de labial, perfume y  ya está.

Cierro tras de mí la puerta del baño y allí, mi querido y pervertido jefe. Cómo lo odio.

- ¿Ya te vas hermosa? ¿No hay nada para mí?
- Lo siento Daniel, hoy no puedo. Tengo que recoger al niño. Mañana ¿sí?

Camino hacia la salida. Silencio. No pudo haber sido tan sencillo. No dice nada. Abro la puerta y ya me siento victoriosa. No le conviene que los demás lo sepan.

- Ya sabes lo que pasa si te vas así. Cierra y ven.

Lo sabía. Es mejor hacerlo fácil. Cierro la puerta y dejo el bolso en el escritorio. Me desabrocho el botón de la blusa y veo cómo su mirada aterriza en mis senos. Me acerco. Lo beso con fuerza hasta arrinconarlo en la pared. Agarro su cabeza y hago movimientos leves sobre su cuero cabelludo. Cojo su mano y la introduzco bajo mi blusa hasta ubicarla en mi seno derecho. Ejerzo presión haciendo formas circulares. Con esto bastará para que su ineptitud no lo deje hacer más. Se acelera el ritmo de su respiración. Toco sus labios y lo obligo a mirarme. Muerdo los míos. Introduzco mi lengua y casi llego a su paladar. Un poco en el cuello. Un poco en el oído. Mi mano se aferra a su pecho y empieza a bajar. Se queda abajo. Está duro, como siempre. Lo muevo. Rápido. Uno, dos, tres. Uno, dos, tres. Más rápido. Lengua, masaje en el cabello, susurro en el odio -Cómo me excitas ¡oh! Daniel ¿Cómo lo haces?- Uno, dos, tres.

- ¡No puedo Dani! Si sigo, no voy a poder parar. Tengo que recoger al niño, me está esperando. Mañana soy toda tuya. Lo prometo.

Hice lo mío. Cojo mi bolso y salgo. Creo que dijo algo pero ya estoy muy lejos para escucharlo.

15 minutos tarde. El tráfico empeora. Hace calor aquí adentro. Olvidé abrocharme la blusa. Todos los semáforos en rojo. Me miro en el espejo y empiezan a pitar. Tengo corrido el labial. Carros, buses, más pitos. A la derecha una moto pasa con la mínima distancia con la que podría pasar.  Esta ciudad es un asco. El niño. El celular.

- ¡Hijo! Cariño, no me puedo demorar, estoy en medio de una reunión. Dile a papá que no llego a comer… sí, perdóname. Sé que lo prometí pero… sí, pero estamos en licitación y esto no funciona sin mí. No siempre es lo mismo, no digas eso. Te amo bebe. Dile a Papá que si puedo, lo llamo más tarde. ¿Cómo? ¡No! No puedo hablar. Chao hijo, chao.

De pronto, un hombre repugnante aparece en mi venta. Guardo el celular. Arranco pero el tráfico no se mueve. Veo sus manos ásperas y teñidas de mugre golpeando mi ventana. Es asqueroso. Las arrugas en su cara son tan profundas que parecen cicatrices. Tiene un pelo grueso, como el de un animal. Intento decirle que no tengo dinero. No se me ocurre nada. No quiero verlo más. Escucho de nuevo esos golpes. Está tan cerca. Una vibración extraña empieza a subir desde mis piernas. No lo miro pero no puedo borrar esa imagen ¿Qué hago? Empiezo a pitar ¿Tengo monedas? Golpea mi ventana con más fuerza ¡Por qué no andan! ¡El semáforo está en verde! Sigo pitando. Veo el reflejo de su cuerpo. No se va. Respiro su olor y el aire se acaba. Tengo monedas, sí, pero no moveré ni un centímetro del vidrio que me separa de él. No siento las piernas ¡Qué! ¡Ha soltado un poco de saliva en mi ventana! ¡Hasta su saliva tiene rastros de suciedad! ¿Por qué rayos hace eso? Sus labios. Están secos ¡No más! Escucho el sonido del pito, es de mi carro. Soy yo ¡Vamos arranquen! ¡Ahora! ¡Ya!

Mi respiración va más rápido que este carro. Llueve. No puedo evitar mirar por el retrovisor. Ahí está. Me siento torpe. Su saliva aún escurre por mi ventana. Escucho mi corazón. El sujeto se aleja ¿Por qué esperó a que yo arrancara para irse? Está cojo. Atrás, los carros en fila, me obligan a dejar de mirarlo.

- ¿Hijo? Sí lo se… Qué bueno, ahora me lo muestras ¿sí? Dile a… Ajá, sí. Yo también te quiero. Déjame hablar cariño. Sí ¡pero déjame hablar! Dile a papá que me esperen para cenar. Estoy en camino a casa.

FIN

miércoles, 9 de mayo de 2012

Vidas sin cuerpo

La vida de ella caminaba despacio, intranquila y desorientada. Era de noche pero entre las calles alcanzaba a distinguir algunos cuerpos que parecían tener vida (aunque en realidad muchos cuerpos andan sin vida). El caso es que ella estaba  ahí, como una idiota, sin cuerpo ¿Dónde se había metido?

Recordó entonces, que su cuerpo desapareció en medio de la tristeza, así que era allí en donde podría encontrarlo. Cómo odiaba aquel lugar.

Empezó a correr y lo hizo por horas (algo admirable, teniendo en cuenta que no tenía piernas) A casi una cuadra vio por fin a la tristeza y con su último aliento echó a correr más rápido. Cerró los ojos tras un estrujón y de pronto se vio en el suelo, acababa de tropezar con otra vida: era la vida de él. El imbécil quedó estático, solo la contemplaba ahí, tirada, sin una palabra, sin una disculpa, nada. Ella lo miró con rabia, con mucha rabia (no tenía ojos, pero si los tuviera, así lo hubiese mirado) Se levantó, dio media vuelta y siguió su camino. Tres pasos más y se detuvo ¡Era otra vida sin cuerpo!

La vida de él y la vida ella, compartiendo su singular y ridícula condición, decidieron buscar juntos lo que a ambos les hacía falta. Hasta el amanecer pasaron en medio de la rabia, del miedo, del dolor, de la felicidad, incluso regresaron al lugar en el que se conocieron. Pero era inútil, seguían siendo dos vidas sin cuerpo. Agotados y ya resignados se recostaron en medio de la nada.

-    Sin tu cuerpo jamás podré besarte, no tienes labios.
-    Esto no tiene sentido vida de él ¿cómo un cuerpo no quiere a su vida?
-    Sin mi cuerpo jamás podré abrazarte, no tengo brazos.
-    No entiendo nada… de verdad ¡Bah!
-    Duerme vida de ella, mañana aparecerán esos dos. Son solo cuerpos, no tienen otra opción más que regresar.
(Sí. Sin boca no podían hablar, pero de alguna manera tenían que comunicarse.)


Somnoliento, la vida de él  abrió sus ojos y creyó ver el rostro de ella (un suceso extraordinario para alguien que no tiene cuerpo). No sabía si era un sueño así que cerró los ojos torpemente y los abrió de nuevo. No, no era un sueño, estaba seguro. La vida de ella tenía un rostro ¡Y era tan hermoso! La miró y se apresuró a acariciarla ¿Qué? ¡Él tenía manos también! ¡tenía un cuerpo!  Podría acariciarla, abrazarla y… ¡Maldita sea! ¡Podría besarla! Los labios de aquella mujer estaban ahí, justo frente a los suyos.

La vida de ella despertó y como si supiera que esto iba a suceder, inclinó su rostro tras una sutil sonrisa. Sintió como la vida de él tomaba aliento para hablar, pero antes de que pronunciara palabra, lo besó.

Un beso apasionado en medio de la nada: solo el latir de dos corazones y el calor de su propia respiración. Una alegría enorme que se expresaba con lágrimas, lágrimas que necesitaban un cuerpo para poder existir y un cuerpo que necesitaba un sentido para poder vivir.

-  Vida mía, te amo - dijo ella entre sus brazos.


FIN.