miércoles, 15 de junio de 2011

¿Por qué no cagamos?

Hace tres o cuatro meses entre a un consultorio médico del cual no salí curada de mis enfermedades, ni siquiera con una orden para reclamar ibuprofeno. Salí de allí pensando; se estrellaban en mi cabeza los extraños argumentos de un médico frente a  una de las situaciones más trascendentales para los seres humanos. En sus palabras: “el no poder cagar”.

-Hacer o no popo es una cuestión de carácter social- dice una y otra vez. Es un médico internista de Medicina Pre pagada cuya formación profesional está claramente detallada en las elegantes paredes del consultorio. Su forma de hablar manifiesta de inmediato su educación,  y por su aparente edad es fácil deducir su amplia experiencia. Se siente cómodo, cree firmemente en lo que dice, y aunque extrañada, recibe toda mi atención.

Su teoría dice que los hábitos de nuestro cuerpo están condicionados por nuestro pasado, es decir, que todas las prácticas cotidianas de los seres humanos están determinadas por estímulos. La sociedad, en este caso,  se ha encargado de heredar una reacción de desagrado hacia la deposición; evidentemente no es encantador cambiar el pañal de un bebe. Desde aquí, según él, inicia el problema.

-¿Por qué cree que la mayoría de personas que sufren de estreñimiento son mujeres?- Sin una respuesta concreta de mi parte, continúa: -hacer o no popo es una cuestión de carácter social-. Sencillamente para una mujer es embarazoso cagar; el único lugar en el que posiblemente se siente cómoda para hacerlo es en su casa, lo que quiere decir que lo evita la mayor parte del tiempo. Parece que hacer popo no fuese digno para la presencia de una dama, no les gusta hacerlo porque socialmente no es atractivo, pero tampoco es indiferente, de hecho, es absurdamente asqueroso imaginarse a una persona  haciendo del cuerpo.

La vida cotidiana y las percepciones transmitidas por herencia desde las más remotas generaciones, nos han hecho temerle a la deposición. Es así como los animales o las personas que habitan en la calle, por ejemplo, no van a dejar de cagar; no tienen vergüenza en hacerlo cuando sienten ganas, incluso frente a cualquiera y en donde caiga.   

Sin embargo, cagar es lo más humano y natural, es fundamental, es incluso lo más básico de nuestra existencia. -El universo nos da más de lo que necesitamos, eso es el popo, lo que sobra, no hay que ser egoístas, hay que dejarlo salir. No sé porque evitamos hablar a cerca de cosas tan elementales como la mierda. Insisto, es una cuestión de carácter social- dice finalmente.

Era realmente extraño lo que acaba de escuchar, solo le respondí con un prudente gesto de agrado, le di la mano y salí. Cuando cerré la puerta me pregunté si tal vez debí agradecerle, mire entonces a mi alrededor y recordando que estaba en el médico no pude evitar sonreír ¿qué hacía un médico hablándome de lo que significa la mierda socialmente?

Seguramente escribir este artículo pone al descubierto una de mis tantas intimidades. Sin embargo, tras apreciar los argumentos de este personaje e independientemente de lo razonables que sean, accedí también a escuchar la voz  -que a veces parece ligera- de las cosas que me pasan a diario y así entender como mi vida se convierte en un instrumento y un medio de conocimiento: sus palabras me generaron desconfianza, cuestionamientos, duda... pero creo que es allí precisamente, en medio de todas las percepciones del mundo, en donde se puede definir un punto de vista.

Quizá este hombre me pueda regalar un poco de su ingenio; un creativo no es necesariamente un  artista o publicista, solo se necesita ser humano y observar la realidad desde los rincones más ocultos, en donde la mirada común se rehúsa a llegar. Tal vez en ese lugar, existe la posibilidad de generar un punto de vista diferente con el que se puede captar la atención del mundo entero. Se es creativo cuando se tiene la información para argumentar una nueva perspectiva, cuando se toma el riesgo de proponer lo que parece absurdo, cuando se va más allá, pero también se regresa y se queda acá para comunicarlo. Sí debí agradecerle.

“Estudiamos todas las cosas con cabeza de hombre y no podemos cortar esa cabeza; pero queda pendiente lo que sería el mundo si hubiera llegado a cortarse aquella” Friedrich Nietzsche


MaFaLdA