martes, 8 de febrero de 2011

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Zigarette

Es un espacio estrecho y oscuro. Está acorralado; íntimamente adherido a los demás. El olor es sofocante, quiere respirar; ha pasado demasiado tiempo allí, quiere salir. Siente dos golpecitos, posiblemente sobre su parte superior, aunque pueda que no, eso en definitiva no importa. Escucha el leve sonido  de un plástico y rápidamente alcanza a vislumbrar un destello de luz. Sabe que posiblemente va a salir y si es así, que todo va a terminar, pero quiere que suceda, que suceda pronto.

Lo están halando casi con las uñas y empieza a salir con dificultad. La luz intenta hostigarlo, pero quiere ver, y con esfuerzo baja la mirada. Allí están los demás, son casi una docena.
 -qué patéticos- piensa.  Finalmente observa su espacio, aquel que representa su ausencia y por el cual siente satisfacción.

Caen sobre su cuerpo unas gotas de agua, no son constantes, pero descienden con fuerza,
como si tuvieran rabia. Entonces, todo se mueve a su alrededor. El viento sopla levemente y todo se oscurece de pronto, en menos de un segundo el fuego aparece: Un calor penetrante entra a su cuerpo, con una fuerte inhalación se siente completamente dopado.

Sube y baja frenéticamente, las imagenes se confunden con una suciedad grisácea que se mueve a su par. Las gotas de agua son más frecuentes y el sonido de un llanto ajeno lo llena de rabia; sabe que tiene que sentir su dolor y ahora entiende que está humedecido por sus lágrimas. Solo debe resistir:
Un dolor agudo le produce desespero de lo que no sabe, de la falta de sentido de lo que está sucediendo. Siente una tristeza que es más fuerte cada vez que se acerca a sus labios. El -o ella- inhala con fuerza y es como si oprimiera una herida, una herida que no existe, pero que lastima. Lo están apresando sus dedos con un desespero que asciende tras cada respiro; es como si quisieran lapidarlo primero, antes de que el mismo se consuma. Es ahora cuándo distingue se procendencia, de sus manos deduce su naturaleza. -Son los dedos de un hombre- concluye.

Queda poco, ya casi pierde la conciencia. El humo hace que el espacio desaparezca,
el calor lo quema con punzadas de pánico. La ausencia de su vida le teme, el llanto es más fuerte y se ensordece; la presión invade lo que queda de sus sentidos, escucha los latidos de un corazón que pasó a ser suyo y una respiración que se ahoga con su propia muerte.

Un segundo de calma: Empieza a descender lentamente, casi no siente el golpe de su caída; ya el dolor no es suyo. Observa por ultima vez lo que no conoce de su existencia.
Está en el asfalto casi descompuesto. Allí, un objeto negro se abalanza sobre su cuerpo. La suela de un zapato lo domina con un simple movimiento, lo oprime contra el suelo destrozando sus emociones, emociones que regresan al cuerpo de quién lo está matado, quién con bocanadas de humo intentó librarse de lo que sentía.

Todo es negro. No hay sonidos. No hay pensamientos. No hay nada. Todo ha terminado. Era un maldito cigarrillo.

MaFaLda

lunes, 7 de febrero de 2011

Escribir porque sí

Escribir por que sí,
porque no lo sé hacer,
porque levanté la mirada y no encontré nada bueno,
pero nada malo tampoco,
No encontré nada.

Caminar sin prisa porque la desilusión agota,
buscar el silencio porque es momento de parar… de escuchar,
es momento de perderse o a tal vez de encontrar el tiempo real,
el tiempo de la vida que evito,
de la vida que ocurre mientras me ocupo en otras cosas,
de la vida que se aleja por la realidad del presente, de la inmediatez.

Cerrar los ojos para no querer abrirlos,
porque duele, duele como salir al sol tras muchas horas de oscuridad,
duelen con una pasividad tan absurda que necesito abrirlos.
Se empapan del agua que viene del corazón,
aquél que debería brotar sangre,
aquél que ahora recuerdo, porque olvidé que existía.

Detenerse y mirar la noche; el sol aún no llega.
Sentir el frio… y buscar los pasos, mis pasos…
Con un ritmo que quiere seguir
pero que ahora empieza a desentonar,
aquel que se confunde con el ritmo de la más absurda y cruel melodía.

Sin pensamientos… sin palabras
Escribir porque sí...
porque en el fondo no hay nada
pero lo quiero seguir buscando,
para encontrar lo que no quiero
y desechar lo que quiero; finalmente no sé qué es.

MaFaLda

Malditos locos

Enmascarar lo que sé de tí,
huir de lo que no quiero saber,
de lo que sé que está allí
en medio de todo lo que nunca quise ver.

Unos ojos que pierden su inocencia
cuya mirada desaparece rápidamente
para evitarme… para evitarte a ti mismo,
para hurtar la vida de alguien más
y ocultar lo más desagradable de la tuya.

Unas cuantas palabras  al azar
como adivinando tus pensamientos,
convirtiéndote en cómplice de tu ignorancia,
en esclavo de tu torpeza…

Como ser humano no eres nadie,
pero en este mundo irracional parece que eres mucho.
Y cada día puedes ser más,  eso lo sé,
de hecho, puedes llegar a ser parte de ellos
mientras lo que siempre creíste se ahoga en tu propia mirada,
en tus gestos,
en aquello que aparentas,
en los comentarios efímeros de los demás,
en el sexo ocasional y la farándula de tu cuerpo,
en la presunción de una noche de tragos,
en las patrañas del sabio desocupado
y en la preocupación del pobre que trabaja.
En aquello que odiabas y que ahora…
Ahora simplemente no piensas.

En ocasiones es necesario escribir como estúpidos racionales; todos lo somos. Por esto, al hablar de lo que somos dentro de este mundo, sepan que yo hago parte de él; todos hacemos parte.